MALEFICARUM: cuando las brujas arden.

Recuerdo que hace algunos años observe algo aterrador, una joven maltratada cuya belleza ha sido sustituida por una serie de hematomas y cortes contempla con pavor como unos aldeanos preparan la leña donde sera ejecutada bajo el ominoso cargo de brujeria.

La sacan de un corral para puercos donde estaba encerrada y la llevan a la estaca donde instantes despues un verdugo sudoroso aplica la lumbre con la sangre fria que implica encender un cigarrillo, instantes después la bruja arde, en realidad lo primero que arden son sus cabellos, luego el fuego se encarga del resto. Esta situación corresponde a una escena de una pelicula sobre la inquisición de cuyo nombre no quiero ni acordarme.

Ahora paso a narrarles una situación que procede de una novela sobre la inquisición, no deseo ni siquiera acordarme del título de la obra en cuestión. Esta vez la víctima es un hombre que fue heroe español durante las guerras contra los turcos, pues bien no respetaron su condición de gran luchador patrio, fue condenado a la hoguera por brujo y listo… así, cuando las llamas cubrían su cuerpo, por un instante aparece su mano, como implorando ayuda, y ahi se distingue con claridad una cruz marcada a fuego en la palma de esa mano que un dia empuño una de las espadas libertadoras de España.

Todo esto lo he considerado como parte de la cultura o el pasatiempo de una persona común que va al cine o lee un libro, hasta que me toco vivir esta experiencia en la realidad y todo por culpa del director de cine Jac Avila y su última producción titulada Maleficarum.

La víctima en cuestión es la talentosa Amy Hesketh que es llevada a la hoguera por un grupo de perversos liderizados por un cura que parece salido del averno, claro es el inquisidor que no escatima esfuerzos para otorgar a esta joven y a su amiga toda clase de suplicios en nombre de la iglesia.

Resulta que la pira se traga a esta actriz en medio de gritos que me crisparon los nervios porque estaba viviendo nuevamente lo que había visto en el cine o habia leído años atrás, solo que esta vez sentía el fuego casi lamer mi rostro mientras el gesto alucinado de la Hesketh casi me indicaba que la pelicula no existia y que habiamos viajado por el tiempo para encontrarnos con el dolor.

Luego de terminada la increible escena, donde el cuerpo desnudo de Amy se retuerce en medio del calor insoportable, luego que cesaron los gritos y luego que repartieron los sandwiches solo atiné a mirarla y decirle: bravo… bravo.

Ahora y por obra y gracia de Jac, yo habia dejado la butaca de la sala de cine con olor a viejo, había dejado el grueso libro leído en noches de insomnio para adentrarme en la realidad de observar como arde una bruja, claro… se trata de un rodaje pero tan intenso que por momentos fuí transportado a los tiempos nefastos de la inquisición y lo único que me mantuvo pegado a la realidad del siglo 21 fue la voz de Jac que gritaba corte… repetimos…  en el hermoso vallecito en las afueras de la ciudad de La Paz donde la hoguera estaba preparada.